Este es un encabezado, el dolor es real.
Pero para que veáis de dónde viene todo ese error de quienes acusan el placer y alaban el dolor, os revelaré todo el asunto y os explicaré las mismas cosas que dijo aquel descubridor de la verdad y como artífice de una vida feliz. Porque nadie desprecia, odia ni huye del placer mismo porque es placer, sino porque grandes dolores siguen a quienes no saben seguir el placer con la razón. Tampoco hay nadie que no ame el dolor en sí mismo porque es dolor.
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Pero nosotros acusamos y consideramos más merecedores de justo odio a quienes, apaciguados y corrompidos por los atractivos de los placeres presentes, cegados por la codicia, no prevén los dolores y las molestias que han de sufrir. Y aquellos que abandonan sus deberes por debilidad de espíritu, es decir, por evitar trabajos y dolores, son igualmente culpables. Y, de hecho, la distinción entre estas cosas es fácil y directa. Porque en el tiempo libre, cuando tenemos libre elección y nada nos impide hacer lo que más nos agrada, todo placer debe ser abrazado y todo dolor repelido. Pero en ciertas ocasiones, ya sea por deberes o por necesidades de la vida, sucederá con frecuencia que sea necesario rechazar los placeres y no rehusar las molestias. Por lo tanto, el hombre sabio está obligado a elegir estas cosas, de modo que, o bien rechazando los placeres mayores, puede alcanzar otros, o bien soportando dolores más severos puede rechazarlos.
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Lo que la gente dice de nosotros
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Ana G.Lorem ipsum dolor sit amet, consectetur adipiscing elit, sed do eiusmod tempor incididunt ut labore et dolore magna aliquam. En efecto, para ir al grano, ¿quién realizaría cualquier tipo de trabajo si no fuera para obtener algún beneficio de él? Pero el dolor de los que abandonan sus deberes, es decir, el del trabajo, es el que los ciega, pues ellos mismos abandonan sus deberes.
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